Viaje a la Selva Lacandona

11 de April de 2016



“…Es un paso que todos se proponen dar, 

pero de pocos es el lograr…” 

J. Navarro

 

 

Todos hemos dibujado alguna vez, pero pocos han logrado desarrollar habilidad de tal forma que, más que un pasatiempo, sea una pasión. Llevo algunos años practicando y asistiendo a talleres de “dibujo artístico”. Desde entonces he tenido mayor dominio en el uso del lápiz. Y quisiera destacar que fue el primer material que usé y, posteriormente, daría utilidad a otros materiales.

Hace un par de años, en el mes de febrero, me inscribieron a otro taller del mismo tipo, donde conocí a mi actual mentor, el maestro Navarro, quien me posibilitó materiales con los que pude practicar acuarela.

Ya estaba enterado de concursos como estos; sin embargo, no tuve el interés por ello. Hasta que hace unos meses me encontraba más desocupado de tareas escolares y decidí participar, ya que sería mi última oportunidad, debido a mi edad.

Este año, el proceso de inscripción me resultó sencillo, sólo se tenía que entregar un dibujo (pero propuse una pintura con acuarela). Acompañado de un escrito en el que daría mi opinión sobre el medio ambiente. Me tomó tiempo plasmar la idea, tomando en cuenta que debía ser creativo y expresivo, dando lugar al tema del concurso, que fue la preservación de la biodiversidad selvática chiapaneca.

Antes de comenzar la composición de la pintura estuve leyendo acerca de dicho tema, siendo mi intención seleccionar especies representativas del ecosistema para ser más asertivo. En el escrito mencioné los beneficios de preservar las áreas naturales del país tanto para la biodiversidad como para la sociedad, como son: no desperdiciar agua, evitar tirar basura y, sobre todo, la  cultura de reciclar.

Esperamos meses para que publicaran los resultados de la convocatoria; demoraron tanto que pensé que no había sido seleccionado. Hasta que el 23 de diciembre de 2015 contactaron a mi mamá avisándole que había tenido la fortuna de ser seleccionado en dicho concurso. Aquel día me llené de alegría, sorpresa y tranquilidad por la noticia, y que aún hoy no puedo creerlo.

Con mucho entusiasmo, hice mi equipaje lo más ligero posible, pues la idea de viajar me era fascinante, junto con la oportunidad de conocer un lugar tan bello como ese. 

El martes 1 de marzo nos citaron como familia en el Aeropuerto Internacional. Acompañado por mi mamá, mi abuela y mis dos hermanas, fuimos recibidos amablemente por una bióloga. Como todos los demás fungiría como monitora de los demás convocados. Estábamos distribuidos en cinco equipos: Tapir (donde yo era miembro), Cocodrilo, Jaguar, Guacamaya y Saraguato. Todos y cada uno con un color diferente para facilitar ser reconocidos. El equipo al que me asignaron era amarillo, por lo tanto, teníamos que portar un gafete en todo momento que estuviésemos desplazándonos de un lugar a otro.

Nunca antes había viajado en avión. Después de escuchar indicaciones por parte del personal, estaba maravillado por el interior de éste y, en el despegue, por el panorama que podía observar a través de las ventanillas. Al comenzar a desplazarse por la pista para lograr el ascenso, sensación que al principio era similar a la de un automóvil en movimiento, pero cuando comenzó tuve la sensación en el estómago de una precipitación repentina. Después de eso tuve la visión de la ciudad en constante disminución, efecto similar a los servidores de mapas vistos desde un satélite. El viaje duraría una hora según el aviso del copiloto; sin embargo, pasó de manera tan breve que apenas pude deducir que viajamos sólo media hora.

La llegada a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, tuvo su resguardo por los monitores. Para luego tener como destino el Zoomat, zoológico ubicado a dos horas aproximadamente de la capital. Cabe mencionar que la temperatura de este estado es muy elevada, apenas y puede sentirse aire fresco como tal. Posteriormente, durante la estancia, ya no fue molestia, toleré el clima.

El recinto tenía una calzada de concreto que llevaba a diversos lugares como es el reptilario, aviario e insectario. Caminar por esta ruta tuvo como experiencia el conocimiento de insectos peculiares y de rollizos roedores que deambulaban entre los visitantes sin temor alguno.

Las especies albergadas eran en su mayoría obra de la taxidermia, respectivamente estaban colocadas en recreaciones de su ecosistema correspondiente, así como de la vida y obra de un destacado taxidermista mexicano. Era impresionante la variedad de mamíferos de hábito nocturno, reptiles y aves de bello plumaje como los tucanes y quetzales, aunque en cautiverio. La vegetación de la zona se encontraba en un perímetro que protegía al animal.

Como cierre de la visita en el zoológico, cada uno de los participantes  dimos nuestra explicación de las obras, donde estaban presentes los directores de Natura Mexicana. Así, el presidente de Fundación Azteca, hizo énfasis en la expresión que en ellas plasmamos y de qué manera llegamos a tal resultado. Esta experiencia me llegó a poner muy nervioso, ya que, al tener que exponer frente a tantas personas, me tenía muy sorprendido. No obstante, antes de que tocase mi turno me di la oportunidad de escribir lo que posteriormente expresaría. Ordenándolas de esta manera:

a) Aclarar que había elaborado una pintura en acuarela sobre papel de algodón.

b) Que tomé elementos representativos de la región según mi criterio.

Y, por último,

c) El mensaje de la pintura expresaba: “por ser la naturaleza nuestro entorno vital debemos hacer conciencia de su importancia, y que nada de ello nos es ajeno, para ignorarlo”.

Ya en Comitán, nos hospedamos sólo una noche; aquel camino en carretera me dio una nueva visión de la naturaleza libre de contaminantes. Con una oscuridad total y generosa que me permitió ver las estrellas,  en ese cielo tan limpio, que jamás habría poder visto en la ciudad.

Para el día siguiente íbamos rumbo a las Lagunas de Montebello, ubicadas en la Reserva de la Biósfera de Montes Azules. Nuestra llegada fue bien recibida, al impartirnos una plática sobre la reserva, el estado del ecosistema y la problemática ambiental, por la actividad agrícola en las zonas aledañas. 

Nos encaminamos hacia las lagunas que correspondía visitar y en ellas vi otras maravillas de las que sólo había podido ver en fotografías. Colores diversos en un cuerpo de agua (el río), de amplias extensiones y circundadas de árboles boscosos; más que impresionante para mí, pues no pensé que semejantes efectos existiesen en la naturaleza.

Posteriormente me di cuenta que podía comprobarse el daño ocasionado por la agricultura. Donde una vez existió la mayor cantidad de bosques registrados, sólo había un sinnúmero de campos de cultivos, invernaderos y corrales con animales. Me es importante decir que es decepcionante que tantas hectáreas de ese ecosistema sean destruidas por acción del hombre.

Recorrimos varios kilómetros de camino en carretera para llegar a Chajul, donde comenzaba a insinuarse el terreno selvático mediante su vegetación y en el incremento de la temperatura. 

Una vez que llegamos a un pequeño embarcadero, el recorrido duró menos tiempo de lo que esperaba, donde el río Lacantún nos recibió con salpicones de agua a los bordes, troncos caídos aquí y allá, corrientes caprichosas, orillas con flores pequeñas y aves ágiles a la caza de su alimento.

La estación Chajul es uno de los recintos de Natura Mexicana. Esta es la única que recibe a los embajadores del concurso, por lo tanto, cuenta con instalaciones adecuadas para los visitantes. No sólo es un lugar de estancia, sino que también están en función de “protectores de especies vulnerables” a la depredación, así como investigaciones de campo sobre el comportamiento y hábitat de la fauna cercana a la zona.

Realizan proyectos de preservación de especies en peligro de extinción, al igual que de sustentabilidad. Por mencionar algo del primero y una de las que me gustan más, la guacamaya: esta ave tiene de una a dos crías, por razones de supervivencia no pueden mantener a ambas. Por lo tanto, especialistas se trasladan hasta los árboles más altos donde se alojan los nidos y extraen a uno de los polluelos para llevarlo a la estación y mantenerlo con todos los cuidados para su sano desarrollo. Al final, una vez que es capaz de volar se involucra con sus semejantes.

De lo segundo cabe destacar la casa del Morpho, lugar de elaboración de artesanías hechas con alas de mariposas, donde también se cuenta con un “mariposario”, en el que se crían diversas especies para mantener la diversidad. Esta idea surgió para obtener recursos económicos para ayudar a la manutención del área protegida y como fuente de empleo para los habitantes: Natura y Ecosistemas Mexicanos.

Las caminatas se realizaron en senderos cercanos, guiados por lancheros conocedores de la zona; una parte a pie y otra en lancha para cruzar el río. Pudimos encontrar una variedad de árboles con características diversas, tal es el caso de las ceibas. Son árboles de gran altura y antigüedad, considerados sagrados por la cultura maya. Estos poseen gran tamaño, por lo tanto, su adaptación hace que se expandan hacia los lados, como consecuencia de que el suelo de la selva no sea tan profundo y que, por ende, las raíces no puedan echarse hacia abajo. La hojarasca que continuamente cae es la fuente de nutrientes en este ecosistema.

Hubo la oportunidad de conocer a un indígena lacandón que nos explicó la importancia de proteger las riquezas naturales del país y la responsabilidad de la sociedad y del gobierno para llevar a cabo proyectos de conservación. De igual forma, nos habló de su cultura y sus costumbres. 

[El nombre "Lacandona" se origina de una comunidad indígena descendiente de los mayas que vivía a la orilla del lago Miramar y que tenía un centro ceremonial en una isla llamada Lacan-Tun (“piedra grande” o “peñón”). Los españoles llamaron a estos indígenas “los de Lacantún”, denominación que fue derivando a lacandón y finalmente a lacandones, término que se sigue utilizando para nombrar a los indígenas mayas provenientes de la península de Yucatán y que se asentaron en la selva de Chiapas hace más de un siglo].

En la recta final del viaje tuvo lugar en Comitán, en el auditorio “Belisario Domínguez”, donde nos recibieron con un concierto de música clásica presentado por la Orquesta Esperanza Azteca del estado. Presentaron tres piezas, una neoclásica, otra de vanguardia y, por último, una regional como parte de su repertorio. Como resultado de esta experiencia, aprendí amplia y puntualmente muchas de las cosas y anécdotas aquí citadas. Conocí a muchísimas personas de diferentes regiones, con costumbres únicas y cualidades y valores particulares. Aprendí mucho de ellos, como ellos, y de mí.

Además de llevar conmigo una nueva perspectiva del cuidado ambiental para llevar a cabo proyectos ecológicos, concientizar a mis semejantes y hacer uso óptimo de estas nuevas ideas, pues, al ser seleccionado, soy nombrado embajador del estado de origen en esta nueva edición del concurso, ya que en eso consiste la selección de un ganador por cada estado.

Todo esto organizado por Fundación Azteca, Grupo Salinas y Natura Mexicana. Además, me es importante reconocer el apoyo de mi hermosa familia y mentor, pues gracias a ellos tuve la oportunidad de tener esta experiencia y junto a ellos seguiré triunfando y alcanzando nuevas metas.

Gracias.

Eddie Romero Solís

Plantel Iztapalapa I






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